¡Hola a todos!
En nuestro segundo día en Brisbane hemos hecho realidad el sueño de muchas personas… ¡ver y abrazar koalas! Todavía estamos en una nube y la verdad es que el día ha sido perfecto.
Desde España ya teníamos completamente planeado que el día 5 de julio lo íbamos a dedicar a ir al Lone Pine Koala, la reserva natural con más cantidad de koalas del mundo, donde os podemos asegurar que tratan a los animales como auténticos reyes.
No sólo consta de koalas, sino también de muchos otros animales autóctonos de Australia: demonios de Tasmania, dingos, wombats, canguros, ornitorrincos,… (vamos, todos esos animales que sabes que existen y que se concentran en Australia).
Sabíamos que había previsión de lluvia, y como no, al levantarnos las previsiones se hicieron realidad. Pero la lluvia no es algo que nos pare, así que después de un rápido desayuno y cubrirnos con el chubasquero, nos dirigimos hasta la parada del autobús que te deja en el misma entrada del recinto.
El autobús que cogimos es el que te deja más cerca de la hora de apertura. Aunque el Lone Pine Koala abre a las 9:00, llegamos allí sobre las 8:30 (no se lo digáis a nadie, pero queríamos ser los primeros en entrar). Estaba diluviando, y nos refugiamos en unos toldos de la cafetería del parking. Pero con la emoción que teníamos y algunas fotos que nos hicimos se nos pasó el tiempo rapidísimo y nos dio igual el agua. Eso sí, la verdad, es que había muy poquita gente esperando.

Esperando a que abrieran Lone Pine Koala…

…hemos podido empezar a sentir de cerca los koalas.
A las 9 en punto nos hemos dirigimos a la taquilla. La entrada se realiza por la tienda de recuerdos y sí, hemos conseguido ser los primeros en pasar, nos hacía mucha ilusión.
Al parecer la lluvia ha hecho que los visitantes se hayan planteado en venir hoy al zoo, pero para nosotros es el único día en poder realizar esta visita. De todas formas nos han explicado que un día con algo de lluvia es ideal para ver por ejemplo a los canguros, ya que están más despiertos que si hace mucho calor.
Durante la mañana se ha ido arreglando el tiempo, incluso hemos tenido un ratito de sol, eso sí, amenizado con algunas gotitas de vez en cuando.
Una vez dentro del recinto hay distintos carteles para guiarte e ir a las distintas zonas de animales.

¿Por dónde empezamos? Por los koalas, por supuesto.
Lo primero que hemos hecho ha sido acercarnos a la zona central donde puedes interactuar directamente con los koalas al hacerte una foto con ellos (previo pago, por supuesto). Y ya que estábamos también nos hemos hecho un calendario y unas postales, todo sea por los koalas.
Por cierto, hay que destacar que los tratan con muchísimo cuidado y conocen y les llaman a cada koala por su nombre.
Nuestro pequeño peluchito fue Kali, un koala súper pequeñín, curioso y la mar de blandito. Parecía que teníamos entre las manos un auténtico peluche con vida, no se nos escaparon las lágrimas de la emoción por poco.

Carolina y Kali. Qué bien posan!

Queda inmortalizado el momento
Los koalas están en distintos espacios según sus características. Zona de mamás y crías, de jovencitos, de los que están trabajando (menudo trabajo eh, que te abracen durante 30 minutos al día y mientras tanto comer y dormir) para hacerse fotos con los visitantes, los jubilados o los que están malitos. Todo el sitio está repleto de estos espacios, por lo que los koalas son los únicos animales que no se concentran en un único lugar.
Los canguros se encuentran en un perímetro muy grande acotado por vallas, en el cual tienes que entrar por unas puertas dobles de seguridad para evitar que se escapen. Hay de distintos tamaños y razas, la verdad es que es muy emocionante estar tan cerca y poder darles de comer de tu propia mano.
En este recinto hay otros animales como los cassowary, de aspecto similar al avestruz y también algunos patos que ¡intentan quitarles la comida a los canguros! Tenemos las pruebas que lo demuestran.

Como si te conocieran de toda la vida

Yoshi haciendo nuevos amigos
Las aves están concentradas en una zona más alejada y algunas de ellas las pudimos ver en libertad durante nuestro viaje. Cerca se encuentra la casa donde los ornitorrincos y dos de las serpientes más peligrosas del planeta pueden ser admirados desde una cristalera.
Nos ha parecido genial la zona de exhibiciones central donde hacen presentaciones de animales y te muestran sus características, e incluso algunos animales los puedes ver muy de cerca (excepto que hagas como Javier y cuando anuncien las serpientes subas un par de filas en las gradas).
Después de comer y comprar algunos recuerdos, hemos visitado a los wombats y uno de ellos ha jugado con nosotros como si fuera el escondite. Se asomaba, se esperaba a que le miráramos y se volvía a esconder como si le hubiéramos pillado.
Y tras dar más vueltas viendo de nuevo a todos los koalas y resto de compañeros, hemos decidido volver en un autobús sobre las 16:30 para poder visitar un poco más de la ciudad de Brisbane.
Con mucha pena y con el corazón encogido, nos hemos ido sabiendo que a lo mejor no volvemos a ver un koala tan cerca en mucho tiempo. Y es que son taaaan geniales.

Koala eligiendo la rama más apetecible

Canguro echándose la siesta a pierna suelta

El «Señor Wombat» jugando al escondite
Hemos dado una vuelta por el centro de la ciudad, no alejándonos mucho del hotel ya que mañana volvemos a coger un avión para ir todavía más al norte de Australia, la ciudad de Cairns nos espera.

Brisbane, nos has encantado. Esperamos volver y pasear por tus jardines de nuevo.
Mañana nos toca otro día de madrugón… pero vale la pena.
¡Hasta pronto!
Por cierto, en la tienda de recuerdos pedimos llevarnos unos cuantos koalas de verdad, pero nos dijeron que no era posible. Al menos… lo hemos intentado.