¡Hola a todos! Somos Yoshi y Yosha.

Tras más de 24 horas desde que salimos de España, por fin estamos en Australia, aunque todavía no hemos visto ningún koala, la sangre no se nos ha subido a la cabeza y no hemos descubierto si el agua gira al revés.

Ayer os dejábamos en el aeropuerto cuando faltaba poco para embarcar. Al final no hubo fiesta de Bollywood en el avión hasta Doha, así que aprovechamos para ver varias películas, alguna tan mala con la que casi nos dormimos. Pero al final, entre comida y comida llegamos a Qatar.

Primer paseo y primera foto junto a la Ópera de Sydney.

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Lo malo ha venido a la hora de despegar de Doha hacia Sydney. Cuando ya estábamos en pista para despegar, han hecho un cambio en el sentido en el que aterrizaban/despegaban los aviones y hemos tenido que esperar… ¡una hora dentro! Menos mal que al menos ha valido la pena, ya que con el cambio de sentido hemos visto Doha desde el aire y nos ha hecho recordar las 19 horas que estuvimos de escala en Marzo.

NOS GUSTA… Lo bueno de los aviones y las escalas es que conoces a personas, que aunque no las volvamos a ver compartes historias, sonrisas, viajes, ilusiones…

Por ejemplo en el avión hasta Doha hablamos con Hussein de Bangladés, que tiene varios kebabs en Vitoria y su hermano uno en Pinto (Madrid), y que iba a visitar a sus padres. En la cola del control se seguridad del aeropuerto de Hamad estuvimos hablando con un señor que iba con un viaje organizado a Birmania y que ya había estado en Sudán, Etiopía, Nepal o la India entre otros países y que prefería viajar antes lejos y poco a poco ir acercándose a Europa. Y ya en la puerta de embarque a Sydney hemos conocido a una pareja muy maja de Almería (Marina y Antonio) que también viajaban a Sydney y Brisbane. Hemos compartido ideas y excursiones para estos días. Además, una vez aterrizados hemos ido pasando juntos las diferentes fases de salida del aeropuerto de Sydney. Con un poco de suerte nos volveremos a ver en Australia.

Ya en el aire ha sido un poco rara la situación. Despegamos de noche, al cabo de las horas se hizo de día y sobrevolando Australia anocheció de nuevo. Ahora entendemos la frase hecha los días se pasan volando.

Increíble el color rojizo de Australia desde las alturas.

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Al salir nos hemos despedido de Marina y Antonio y hemos ido directos a coger el tren (17’40 dólares australianos cada uno) para llegar hasta el Hotel. Un trayecto bien señalizado y de 15 minutos hasta nuestra parada, St James. A la salida del metro, Theodore un señor del tren de Sydney, nos ha preguntado si éramos turistas, de dónde éramos y a dónde nos dirigíamos. Nos ha acompañado hasta la salida y explicado por dónde debíamos salir para llegar directos al hotel.

Y tras descansar 5 minutos y coger algo de abrigo (aunque el invierno es suave, hay 12ºC ahora mismo, se necesita una chaqueta por la noche) hemos ido directos a conocer en persona esos dos monumentos tan conocidos que nos hacen poder decir: Ya estamos en Sydney.

Hemos llegado a un punto intermedio desde donde se ven la Ópera y el Puente de la Bahía. Y aunque en las fotos parecen grandes, no nos imaginábamos que pudieran ser tan enormes en la vida real. Unas cuantas gaviotas y una suave brisa marina nos han acompañado mientras paseábamos por la orilla.

Hoy hemos cumplido un sueño. Llegar hasta Sydney. A partir de mañana vienen los demás: conocer y vivir esta gran ciudad y sus alrededores.

Con un par de pasteles de carne para cenar (16 AUD), hemos vuelto al Hotel para coger fuerzas.

Mañana nos vamos a las Blue Montains ¡Hasta pronto!

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