¡Hola a todos!
Hoy ha tocado madrugar de nuevo porque tocaba coger un avión hasta Brisbane, la primera de las ciudades que vamos a visitar fuera de Sydney. Brisbane es la tercera ciudad de Australia y la capital del estado de Queensland (al nordeste de Australia).
Era la primera vez que viajábamos con Virgin Australia y la experiencia ha sido positiva, ya que el vuelo de hora y media ha sido muy cómodo y corto. Normal, con las 24 horas que pasamos volando para llegar hasta Australia, esto ha sido un lujo.
Eso sí, un poco de lío a la hora de realizar el Check-In en el aeropuerto ya que todos los vuelos de Virgin estaban organizados en una única fila kilométrica. Y aunque cuando queda poco tiempo para un vuelo priorizan a la gente que va justa de tiempo, recomendamos llegar con un buen rato de antelación.
Watsons Bay desde el aire nada más despegar de Sydney
El vuelo ha sido precioso ya que el cielo estaba despejado y desde nuestra ventana (la teníamos a nuestra derecha) se veía toda la línea de la costa y la extensión inmensa del agua.
¡Y encima nos han dado una tableta de chocolate con galletitas!
La llegada era en la Terminal de vuelos nacionales. La sorpresa ha sido cuando al ir a recoger la maleta, la cinta estaba a pocos metros de la puerta de salida del aeropuerto, sin ningún panel o separación en el medio, con lo que cualquiera puede acercarse a la cinta. Esto demuestra que Australia es un país completamente seguro, y que no le va a pasar nada a tus pertenencias. Si no fuera así, habría muchas más medidas de seguridad.
Desde España compramos los billetes del tren llamado AirTrain para ir desde el aeropuerto hasta el centro de Brisbane, lo que supuso tener un pequeño descuento. A la entrada de la estación la revisora nos ha saludado en español, y tras esperar unos minutos en el andén, ha llegado el tren que nos ha llevado hasta Central Station.
Como si estuviéramos en OZ, hay que seguir el camino amarillo para ir desde la Terminal al andén del AirTrain que nos lleva hasta el centro de Brisbane
Nuestro hotel no está lejos de la estación, la verdad es que está muy bien ubicado, algo esencial si vas a estar poco tiempo en una ciudad, como es el caso. Esto nos permite poder desplazarnos andando a casi cualquier sitio. Una vez dejamos las maletas en la habitación y nos calzamos las zapatillas para andar, ¡vamos a conocer Brisbane!
Los Yoshis y Javier en el South Bank, junto al río y algunos de los rascacielos de la ciudad
Desde aquí mandamos un gran abrazo a Loli, una gran persona que queremos muchísimo y que estuvo viviendo 7 meses aquí. Hemos adaptado sus consejos al poco tiempo que teníamos, pero nos han servido muchísimo.
Lo primero ha sido dirigirnos al río Brisbane y cruzarlo por Victoria Bridge para llegar hasta el South Bank. Un parque enorme que bordea el río por su orilla Sur y que tiene cosas tan maravillosas como barbacoas públicas, grandes zonas de césped, zonas de árboles y sombra, una pagoda, una playa artificial (sí, una playa con su arena blanca), una noria y hasta una pista de nieve (ahora es “invierno”).
Nieve en pleno Julio, nos encanta
G’ Day señor lagarto
Barbacoas públicas en South Bank
Durante el paseo hemos visto dos lagartos enormes tan tranquilos tomando el sol. Cuando decimos enormes significa de medio metro. Y no, no somos Yoshi y Yosha.
Aunque sea invierno en Brisbane, al estar más al cerca del Ecuador hemos echado de menos salir hoy con el pantalón corto, por lo que nos hemos comido un par de helados en la playa mientras nos refrescábamos los pies.
Los Yoshis en la playa de Brisbane
Playas y piscinas públicas y gratis
Al menos los pies sí que los metimos
Tras acabar este paseo, hemos cruzado de nuevo el río justo en el momento del atardecer, ¡estaba precioso! Colores azules y naranjas se mezclaban para mostrarnos una vista preciosa de Brisbane.
Lo siguiente ha sido recorrer el Jardín Botánico, el cual no tiene nada que envidiar al de Sydney. Primero la parte exterior que bordea el río; y luego, ya por su interior. Hemos descubierto un bosque de bambú, otro tropical, multitud de palmeras, una cascada, lugares donde tumbarse a descansar, gente jugando al frisbee y otros a unos bolos un tanto extraños, más aves raras y hasta un cañón. Como veis, bien completito y gratis para todo el mundo. Además, a las 11:00 y 13:00 excepto domingos y festivos, hay paseos guiados gratis.
Los Yoshis en el Jardín Botánico, encima del reloj solar de la zona de flores hawaianas.
Nuestra salida del Jardín Botánico ha debido coincidir con la de la gente de las oficinas, puesto que un río de deportistas ha aparecido por cada rincón. Andando, en bicicleta o corriendo, pero personas por todos los lados haciendo deporte.
Brisbane como toda ciudad ribereña también tiene un puente principal, el Story Bridge. En estos momentos ya era casi de noche, así que cuando hemos llegado para fotografiarlo estaba bien iluminado. No es tan espectacular como el de Sydney pero también llama la atención su estructura metálica y le da un punto especial a esta ciudad. Además, su iluminación va cambiando cada pocos segundos de color y queda muy vistoso junto a los barcos, que a modo de autobús llevan a la gente a sus casas.
Observando la vida en el río frente al iluminado Story Bridge de Brisbane
Poco a poco, hemos puesto rumbo al hotel. Tan poco a poco… que la vuelta ha sido de dos horas, y es que no podemos resistirnos a no ir por el camino más corto. Varias iglesias, el ayuntamiento, una pista para patinar sobre hielo e incluso un centro comercial chulísimo aún decorado como los años 20/30.
Ahora ya toca descansar, que mañana nos levantamos otra vez pronto para desayunar en el hotel (nos lo han regalado, ya que no estaba incluido) e ir al Lone Pine Koala, donde veremos la fauna tan especial que tiene Australia. Canguros, wombats, ornitorrincos, aves, diablos de Tasmania y donde Carolina y Javier… ¡abrazarán a un koala! A ver si con un poco de suerte nos dejan a nosotros hacernos una foto también con ellos.
¡Hasta pronto!