Chile y Perú 2018 – Día 2

Paseando por las nubes de Santiago, no pudimos con un «italiano».

¡Hola a todos!

No os asustéis, no hemos tenido ninguna pelea con italianos ni nada similar jejeje. Pero el enigma lo dejamos para el final del resumen, que corresponde con el final del día, que es cuando sucedió.

Creíamos que no iba a suceder, pero sí que hemos tenido un poco el reloj cambiado, y a eso de las 5:00 de la mañana (11:00 en España) ya no podíamos volver a dormirnos. Así que hasta que ha sonado el despertador hemos estado buscando algo más de información para los próximos días.

Tras coger fuerzas con el desayuno, incluyendo un crepe de dulce de leche que da energía para una semana, hemos empezado nuestro recorrido diario. Aunque es invierno, la temperatura es bastante suave para lo que podría ser. Paseando por las calles aledañas al hotel, hemos llegado hasta la Plaza de Armas, que sin ser el epicentro de la ciudad, sí que es un referente.

Durante este primer paseo hemos ido viendo algunos detalles de lo que es una mañana laboral y escolar en Santiago. Pasajeros que bajan al metro, tenderos que preparan sus zumos de fruta recién hechos, los limpiabotas que van preparando su kit para dejar las botas bien relucientes, las cientos de farmacias abriendo sus puertas, autobuses escolares saludando a los viandantes, los carabineros en formación para empezar su jornada por las calles de Santiago… Vaya, cosas similares a España pero con matices que nos hacían sentir especiales por vivirlo ahí.

Y tras este paseo sin prisa, disfrutando de los pequeños detalles, hemos empezado un Free Tour en la Plaza de Armas que os comentábamos. Desde aquí, durante algo más de cuatro horas, hemos recorrido junto a León (nuestro guía) algunos puntos emblemáticos de la ciudad mientras nos iba explicando detalles históricos, anécdotas, qué hay en los interiores de algunos edificios, recomendaciones varias y vivencias como las que tuvo en el terremoto de 2010.

El recorrido ha finalizado en la puerta de la casa-museo de Pablo Neruda. Desde aquí, a escasos metros, se encuentra el funicular que sube hasta lo alto del Cerro de San Cristóbal. Según nos han dicho, hoy estaba siendo uno de los mejores días del año para tener unas buenas vistas (ya que no había casi «smog»). La subida en funicular ha sido muy divertida, pero lo mejor nos esperaba arriba de este parque que ocupa dos veces Central Park: unas vistas espectaculares de toooooodo Santiago y los Andes. Sin palabras.

Sin palabras… hasta que nos hemos acercado a un puestecito a pedir «Mote con Huesillos», una bebida-aperitivo típica que se toma en Cerro. Es refrescante, muy dulce, sabrosa y original.

Cuando la cámara de fotos ha empezado a echar humo por todas las fotos que estábamos haciendo, hemos empezado a bajar del cerro. En esta ocasión caminando.

Y caminando, caminando hemos llegado hasta la base del Sky Costanera, el edificio más alto de toda Latinoamérica. Esta torre pertenece al centro comercial Costanera Center. Y siendo como tiene un mirador en lo más alto, y ya estábamos allí… pues no nos ha quedado más remedio que subir hasta su mirador.

¿Que nos habíamos quedado sin palabras antes? Pues aquí más todavía. Se nos ha puesto la piel de gallina. Ver más cerca todavía los Andes, ver todo el Cerro de San Cristóbal, ver como anochecía y se encendían millones de luces, ha sido maravilloso. La ciudad es infinita. Mira que nos encanta subir a miradores, pero cada sitio siempre es distinto y este también tiene su magia.

Ya de noche, tras bajar en ascensor los 61 pisos y dar una vuelta por el centro comercial, nos hemos dirigido a la Fuente Alemana. Aunque existe una fuente llamada Fuente Alemana, en este caso hablamos del restaurante donde hemos cenado y que nos recomendó Sergio C. antes de venir a Santiago. El sitio fantástico, y más tras haber conocido a dos bellísimas personas como son Rodrigo y Rocío, que nos han aconsejado en nuestra elección de la cena de hoy: todo un acierto lo que hemos cenado. Muchas gracias a los dos, esperamos veros de nuevo en otra ocasión.

Pero aquí viene el tema del italiano. El plato que hemos pedido se llama «italiano» y consiste en un bocadillo de pan redondo con carne, palta (aguacate), mayonesa y tomate. ¡Riquísimo! Pero debemos reconocer que no hemos podido acabarlo. Bueno, en verdad Carolina sí que ha acabado con el italiano, pero no Javier. Anda que… Por cierto, para beber hemos tomado un Blanco y un Fanchop.

Y con los estómagos llenos, nos subimos al metro que nos acerca al hotel. Un paseo para ver cómo la gente comienza a volver a sus casas y nosotros a descansar, que mañana continuamos con más.

Buenas noches Santiago.

¡Hasta pronto!

Viaje a Chile y Peru
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