Chile y Perú 2018 – Día 6
En coche hasta los quince de Ahu Tongariki y más allá.
¡Iorana!
Hoy el saludo os lo hacemos en Rapa Nui, que significa ‘Hola’ o ‘Buenos días’.
Hoy sí, tras los dos primeros días recorriendo algunos sitios andando, ha tocado alquilar coche.
Antes de venir pensábamos que el trámite iba a ser más complejo que en otros países. Pues para nada. Han mirado el carnet de conducir de España, han apuntado el nombre, el DNI, una firma y llaves entregadas. Eso sí, sin seguro porque no existen aquí. Pero aunque no lo parezca, son de confianza y dan tranquilidad. Nota: salvo excepciones como esta, siempre recomendamos contratar un seguro.
Ya con nuestro Jimmy (este es el modelo de coche del 75% de habitantes de la isla) y con el diccionario que nos han regalado, hemos decidido empezar a recorrer el lado sur/este hasta donde nos diera tiempo. Y es que nos conocemos y sabíamos que íbamos a parar cada vez que viéramos un Ahu, un moai, un pukao o un “loquesea” llamativo.
Las primeras paradas han sido para ver varios Ahu y sus moais casi enterrados, ubicados junto a acantilados de colores rojo y negro debido al origen volcánico de la piedra. Y las olas, qué olas más bonitas con forma de olas y color típico de ola en varios tonos azules. Con qué poco nos maravillamos jajaja.
En el Ahu Vaihu y el Ahu Akahanga entre otros, se puede ver lo que decíamos ayer. Los moais fueron tirados al suelo y, la gran mayoría, continúan estando en la misma posición desde hace siglos. Ha sido bastante llamativo ver algunos pukaos (el tocado que llevaban encima de la cabeza) a varios metros de sus moais correspondientes.
Según nos ha contado un Rapa Nui en uno de los Ahu que hemos visitado, poco a poco irán reconstruyendo todo. De hecho hemos visitado una reconstrucción de un par de casas, dos gallineros y cómo eran los huertos hechos con piedra volcánica. Están tratando de hacer que esas tradiciones no se olviden. Nos parece muy bien.
En Ahu Akahanga cuenta la tradición que se depositaron los restos de Hotu Matu’a, el fundador del pueblo Rapa Nui. Además es posible ver en una pequeña ladera a un moai que mide casi 10 metros de largo, el más grande de todos los que hay derribados.
En total habremos hecho unas 14 paradas hasta que hemos llegado a un cruce de caminos. Desde aquí hemos podido ver por primera vez el volcán Rano Raraku y los muchos moais que hay en su ladera. Si las vistas desde tan lejos son espectaculares, no queremos pensar todavía lo que será pasear entre todos los moais que se quedaron ahí sin acabar, esperando a que llegara su hora de ir a algún Ahu.
Un poquito de lluvia para no perder la costumbre y finalmente el momento más emotivo del día.
Ahí, tan tranquilos ellos, como si les diera igual el día que la noche… se encuentra imponente la plataforma más grande de toda la isla: Ahu Tongariki y sus 15 moais.
Espectacular, de verdad. Como si el mejor de los pintores hubiera pintado su obra maestra, ahí está este mágico lugar pensado al milímetro que te envuelve por completo. De espaldas, el mar. De frente, el volcán Rano Raraku. Entre medias una llanura verde perfecta que invita a hacer la croqueta si no fuera porque acababa de llover. Y vigilando el tiempo, los quince moais, uno de ellos con su pukao.
Tras estar todo el día nublado, cuando quedaban pocos minutos para cerrar y ya estábamos solos en el recinto, se ha abierto el cielo y un sol radiante ha iluminado el Ahu Tongariki para dejarnos más sorprendidos todavía.
Volveremos estos días a este Ahu. Lo tenemos claro.
Tocaba volver al hotel. Entre los campos y sin perder de vista el Océano Pacífico, el trayecto de vuelta a Hanga Roa nos terminaba de sacar una sonrisa de satisfacción recordando todo el día.
Antes de anochecer del todo hemos visto los últimos rayos de Sol desde Ahu Tahai, donde las siluetas de los moais se iban difuminando poco a poco con la noche hasta desaparecer por completo.
Hoy de nuevo empanadas, pero las hemos pedido para llevar. Ah, y también un botellín de una cerveza local, con un moai en su etiqueta, para la colección.
Acabamos con otro saludo, en este caso dándole las buenas noches a la Cruz del Sur, una constelación que no veíamos desde Australia.
Mañana más moais, más magia.
¡Hasta pronto!