Chile y Perú 2018 – Día 19

Una pirámide en Lima y un poco de Garúa para conocer Barranco.

¡Hola a todos!

Que sí, que sí. Que habíamos leído sobre los restos de una antigua pirámide en Lima. Incluso el escritor Javier Sierra había estado aquí en una de sus investigaciones. Así que teníamos que ver con nuestros propios ojos los restos arqueológicos de Huaca Pucllana.

Cuando el taxi nos dejó en una calle contigua y giramos la esquina, ahí estaba. Millones de adobes colocados de forma vertical formando los restos de una antigua pirámide empezada a construir hace 1800 años por la cultura Lima, y continuada por las culturas Wari e Ychsma.

Que en medio de una ciudad tan grande como Lima aún se mantengan seis de las veintidós hectáreas originales, es un milagro. Sobretodo teniendo en cuenta que parte de este montículo se utilizó no hace muchos años como cantera para la fábrica de ladrillos que se encontraba al lado. Menos mal que a partir de los años 80 se empezó a recuperar este patrimonio tan especial.

Este recinto fue utilizado sucesivamente por las tres culturas, hasta que cayó en desuso y poco a poco fue ocultándose bajo la tierra que, aún hoy en día, cubre una buena parte de su superficie. Rituales, enterramientos y sacrificios se realizaron en este lugar.

Al ser un centro de investigación y conservación, la visita es guiada. Y vale la pena. Durante el recorrido nos han contado desde el proceso de fabricación de los adobes (no era necesario cocerlos porque en Lima no llueve), al uso que le dieron, la importancia que tenía el color amarillo y que aún se conserva en algunos sitios,la pequeña plantación de flora y alimentación autóctona, los dos perros peruanos que deben tener en el recinto al ser un museo, la madera que aún se conserva de aquella época e incluso llamas, alpacas y Cuy.

Desde lo alto, nos hemos hecho una idea de lo inmenso que pudo llegar a ser Huaca Pucllana. Todo conseguido a base de colocar principalmente capas de pequeños adobes hechos a mano. Como no llovía, el agua la tenían que traer desde 8km mediante canales.

Realmente impresionante.

Al acabar, y tremendamente satisfechos, hemos ido paseando por el colorido (y de nivel adquisitivo alto) distrito de Miraflores hasta llegar a la costa, donde una gran neblina nos impedía ver más allá de los surferos que disfrutaban de las olas. Allí nos esperaba Amanda. Juntos hemos ido paseando por la zona que se encuentra en lo alto del paseo-parque marítimo. Un lugar verde con bancos, fuentes, pistas de tenis, parques infantiles y esculturas nos han acompañado hasta que hemos llegado a una calle cercana que nos habían recomendado para comer, Mariscal la Mar. En el restaurante “las barras de Ronald” hemos podido probar los sabrosos y enormes platos de ceviche que hemos comido. Un descanso y continuamos.

A pesar de encontrarse algo alejado, qué mejor forma para ir bajando la comida que andar hasta el pintoresco barrio de Barranco. Este antiguo barrio de pescadores es hoy una de las zonas con más ambiente nocturno. En la plaza de Barranco, frente a la biblioteca empezaba nuestro Free Tour con Alejandro, uno de los chicos de Free Walking Tour con los que estuvimos haciendo el tour del centro.

La Garúa nos ha acompañado durante todo el recorrido. Aunque al final se moja el suelo, no es lluvia como tal. Es una nube formada por la humedad del océano. Casi como si chispeara.

Al igual que ayer, nos ha encantado el tour. Además ha sido un divertido intercambio de vocabulario. El recorrido nos ha permitido ver un antiguo vagón donde ahora sirven chocolate caliente, el puente de los deseos, pinturas que reflejan la multiculturalidad actual en Perú, varios chaletazos e intuir el mar.

El recorrido nos ha permitido ver un antiguo vagón donde ahora sirven chocolate caliente, el puente de los deseos, pinturas que reflejan la multiculturalidad actual en Perú, varios chaletazos e intuir el mar. Al llegar al puente de los deseos, hay que pedir uno y cruzarlo aguantando la respiración. A excepción de Javier, que no aguantó, el resto todavía puede ver cumplido el deseo que pidió.

Tras despedirnos de Alejandro (nos hubiera encantado aceptar su invitación para salir a tomar algo, pero estábamos muy cansados) y conversar un poco, hemos hecho lo propio con Amanda, ya que ella duerme en el barrio de Barranco, donde hemos hecho la visita.

Un taxi que parecía bastante entero nos ha llevado hasta el hotel. Ahora sí, toca preparar del todo las maletas. Cuando nos levantemos empezaran nuestras últimas horas en Lima.

¡Hasta pronto!

Viaje a Chile y Peru
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