Chile y Perú 2018 – Día 13
Ollantaytambo, la antesala a Machu Picchu.
¡Hola a todos!
Hoy ha tocado un desayuno rapidito porque viene el taxi para llevarnos hasta Ollantaytambo. Las maletas nos las guardan en el hotel, ya que a Machu Picchu sólo podemos llevar mochila o equipaje de mano.
Dos horitas separan a Cusco de esta pequeña localidad. Durante el camino por fin hemos visto muchas alpacas. Una parada en el pueblo de Chinchero nos ha servido para estirar las piernas y para que nos explicaran en un centro cultural cómo se tiñe y teje la lana de alpaca.
Llegamos a Ollantaytambo (cada vez que escribimos el nombre perdemos casi un minuto jajaja) y lo primero ha sido recoger los billetes del Inca Rail. Además nos han guardado las mochilas para que podamos visitar mejor el lugar.
Directos, aprovechando que no había mucha gente, hemos ido a visitar los restos arqueológicos de la ciudadela inca.
Hay varios caminos señalados y, lógicamente, hemos hecho el más largo. Además de las llamativas terrazas, hay que destacar las enormes piedras (enormes, de verdad) del templo al Sol, las hornacinas que aún se mantienen, el sistema de riego-fuentes por las que todavía corre el agua, los centenares de escalones y sus maravillosas vistas.
Reconocemos que hemos acabado algo agotados a pesar de ir despacio, pero es que suben muchos escalones y hay tramos de caminos bastante empinados… Eso sí, no sabemos si el agotamiento viene por la altura o porque no estamos en forma jajaja. Sea lo que sea, ha sido un gran entrenamiento para mañana y hemos disfrutado con las vistas del valle.
Para comer, hemos salido de la plaza principal y hemos llegado a “Restaurant Sergio” porque no parecía turístico. Un gran acierto. Hemos probado el “lomo saltado” y “bistec a lo pobre”. Además de raciones bien hermosas, estaba riquísimo. Para beber nos ha llamado la atención que se podía pedir una botella de cristal de cocacola de un litro. Precio: menos de 10€ todo.
Por cierto, en el restaurante hemos estado hablando con Lalo, muy simpático y original de Pisac, localidad de la zona. Nos ha contado y enseñado cómo se celebran las fiestas de la Virgen del Carmen, las más importantes del año y que justo son estos días. Aunque lo tenemos complicado intentaremos hacer algún hueco para ir. Tienen una pinta impresionante.
Un último paseo por Ollantaytambo nos ha hecho ver el trazado inca original que aún se mantiene en sus calle, incluyendo sus fachadas inclinadas, el pavimento empedrado y el sistema de canales para la evacuación de aguas pluviales.
¡Viajeros al tren! Desde Ollantaytambo hasta Machu Picchu hemos ido en el Inca Rail, un tren que va siguiendo casi en su totalidad el cauce del río Urubamba , lo que nos ha hecho tener unas vistas realmente espectaculares de esta parte de Valle Sagrado de los Incas.
En la estación de llegada nos esperaba Álex, un chaval majísimo que trabaja en el hotel donde vamos a dormir. Como no hay coches aquí y todo está cerca, hemos ido caminando hasta el hotel.
Tras una muy buena bienvenida con cóctel incluido, ha tocado ir a comprar los billetes de bus de mañana. Una vez comprados, se ha unido Álex de nuevo y nos ha dado una vuelta por las calles principales mientras nos contaba historias, tradiciones y curiosidades de la zona y de Cusco.
Como la tarde iba genial, nos hemos ido los tres a cenar. Un cuarto de Pollo a la brasa y otro de pollo con verduras, acompañados ambos de arroz chaufa ha sido una cena tradicional del día.
Para beber hemos probado la Chicha Morada, una bebida hecha principalmente con maíz morado. Estaba rica, aunque a cada uno nos ha sabido a una cosa diferente jajaja.
Ya para acabar, de camino al hotel, nos ha invitado a probar la Inka Cola, un refresco de color amarillo que antes era una gran competencia de la Coca Cola aquí, hasta que lo adquirieron. Por cierto, el sabor aquí sí que hemos coincidido, y nos ha recordado a una mezcla de piruleta y ositos gominola.
El despertador ya está puesto a las 4:30 de la madrugada, pero posiblemente durmamos menos todavía. Tenemos muchos nervios por lo que vamos a ver mañana: Machu Picchu nos espera.
¡Hasta pronto!
