¡Hola a todos!
Saborear unos dulces Baklavas frente a Santa Sofía. Oler la gran variedad de especias que flotan en el aire. Escuchar la llamada a la oración desde lo alto de la Torre Gálata. Sentir la brisa del mar mientras cruzas el Bósforo en barco. Maravillarte con la puesta de Sol desde el lado asiático de Estambul.
En breve, os contaremos nuestro viaje en Estambul, una ciudad de contrastes donde tan pronto te sientes un gigante desde lo alto de una torre, hasta encogerte frente a cualquiera de las mezquitas. Un viaje lleno de anécdotas en el que el dicho de ‘una imagen vale más que mil palabras’ se cumple a la perfección. Y es que es una ciudad digna de contemplar.
Los Yoshis delante de Santa Sofía, en Estambul
Pero por si viajas dentro de poquito, queremos contarte rápidamente dos cosas que hicimos y que seguro te impresionarán. Dos cosas con mucha esencia:
- Subir a la Torre Gálata una hora de que se ponga el Sol. Tienes que ir con tiempo, ya que suele haber colas bastante largas. Una vez subas, no tengas prisa. Disfruta. Da las vueltas que haga falta en la parte superior. Desde este antiguo punto de vigilancia, se divisa toda la ciudad. A nosotros se nos puso la piel de gallina cuando al mismo tiempo, desde cientos de mezquitas comenzaron a sonar los cantos.
- Sentarte en la orilla asiática para descubrir la mejor puesta de Sol que te puedas imaginar. El cielo y la ciudad entera cambia de tonalidad y pequeñas luces iluminan los edificios más emblemáticos, mientras barcos de todos los tamaños surcan el estrecho del Bósforo.
¡Hasta pronto!