Chile y Perú 2018 – Día 9

El origen de los moais, una ventana al mar y un baile.

¡Hola a todos!

Si ayer te decíamos que la lluvia nos había trastocado un poco los planes, hoy nos hemos alegrado de que ayer lloviera. ¿Y cómo es eso? Llámale destino, casualidad o suerte… pero sea lo que sea a veces las cosas pasan por un motivo.

Recordamos que ayer tuvimos que cancelar la visita a Rano Raraku y eso hizo que las horas no nos cuadraran para ver otras cosas, entre ellas una cueva.

Pues bien, hoy nos hemos levantado un poco antes y el día parecía despejado. No hemos desayunado mucho porque la dueña del hotel se debe haber quedado dormida, y no íbamos a quedarnos esperando jejeje (nuestros estómagos pueden esperar… la Isla de Pascua no).

Generalmente la mayoría de sitios abren a las 9:30. Nosotros hemos llegado sobre las 9:10 a la entrada del camino que lleva a ‘Ana Kakenga’ la cueva de las dos ventanas. Mientras esperábamos, han llegado a los pocos minutos 3 personas; un Rapa Nui a caballo y un pareja de chilenos. Ellos han entrado, les hemos saludado… y les hemos seguido. A mitad del recorrido, el chico a caballo, un Rapa Nui muy majo llamado Jorge Mamatui nos ha dicho que siguiéramos a la pareja, que eran sus amigos.

Y allá que hemos ido con ellos. Por cierto, se llaman Fabián y Silvana. Dos personas encantadoras que están enamoradas de la isla (aunque es difícil no estarlo) y que están alojados en casa de Mamatui y su familia. Así que nadie mejor que ellos para contarnos detalles, historias, curiosidades, palabras, tradiciones, la importancia de cuidar el entorno, experiencias y todo tipo de información conforme iban surgiendo.

Además, nos han guiado hasta la cueva… y al interior de ella. Posiblemente sin ellos, la entrada a la cueva habría pasado desapercibida para nosotros. Es una pequeña abertura entre las rocas en la que hay que ir con cuidado para darte en la cabeza cómo ha hecho Javier.

En el interior de la cueva, tras unos metros con la linterna mientras probábamos agua Dulce de las estalactitas o veíamos dónde dormían, hemos llegado al final. Dos espectaculares ventanas, considerablemente grandes para lo que era la cueva, nos enseñaban directamente las aguas del Pacífico. El sonido del agua chocando contra los acantilados y las vistas eran maravillosas.

El camino de vuelta hasta el coche también lo hemos hecho con ellos. A mitad trayecto nos hemos juntado de nuevo con Mamatui e incluso les hemos acercado a Hanga Roa al finalizar. Qué menos para dos personas que nos han contado tantas cosas y con las que esperamos coincidir de nuevo, quién sabe si con el proyecto que están preparando de montar un alojamiento aquí. Ojalá. Mauru-uru (Gracias) a los dos de nuevo.

Tras la visita a las cuevas, tocaba ir a Rano Raraku. El día estaba despejado y los moais esperándonos. De verdad que todo es increíble, pero es que este lugar es alucinante. Hay un montón de moais tanto en la ladera del volcán como en su interior, en el cráter (que también lo hemos visitado). Enormes moais, algunos acabados, otros sin acabar, unos se veían enteros, a otros sólo se les veía la cabeza, unos rectos, otros ladeados… incluso uno que estaba de rodilllas!

Más de tres horas para ver este sitio (en menos tiempo se ve, pero es que no queríamos irnos). Tocaba continuar las visitas por la isla. Por cierto, aquí hemos concidido con cuatro chilenos De Santiago que también viajan con un peluche, concretamente con el de Rogelio. Un saludo para los cuatro!

Tras probar el Poe, un dulce típico que lleva plátano y no se cuantas cosas más, hemos ido de nuevo a Tongariki, donde los quince moais. Es que estando tan cerca teníamos que repetir de nuevo jejeje. Hasta que se nos quede grabado a fuego.

Ya en el coche se nos ha puesto a llover y, al igual que ayer, un par de arcoíris han hecho que nos diera igual salir para mojarnos y hacerles alguna foto.

De nuevo en Hanga Roa, hemos visitado el museo. Aunque no cuenta con un gran número de objetos, los que hay son muy relevantes: una mujer moai (al final va a haber más de una, menos mal), anzuelos, petroglifos, el único ojo que se conserva de un moai… pero lo más interesante es la historia e información que explican.

Desde la ubicación de Isla de Pascua (estamos en Oceanía realmente, en el triángulo de la polinesia), pasando por leyendas, las teorías que hay con el transporte de los moais, cómo se dividía la isla en clanes, quién fue Hotu Matua… muchos detalles que ahora toca asimilar.

Merendamos unas empanadas de horno de atún, y a damos una vuelta para comprar algún recuerdo más.

Para ir acabando el día, hemos hecho algo muy turístico pero que nos ha gustado mucho más de lo que pensábamos: ir a ver un espectáculo de bailes tradicionales. Hay una escuela de baile que enseña a los más jóvenes las tradiciones Rapa Nui, desde La lengua hasta canciones, como preparar una barbacoa o cómo tallar la madera.

Antes de empezar daban la oportunidad de que un Rapa Nui te hiciera una pintura tradicional en la cara. Por supuesto que nos hemos puesto en la cola. Tras un documental ha empezado una hora de baile y canciones ¡Menuda energía y ritmo tienen! Por cierto, en mitad del show, han sacado a algunas personas a bailar… ¿Cómo lo habrá hecho Javier en el escenario?

Tras acabar y hacernos algunas fotos con los bailarines, un pequeño paseo por lo alto del volcán Rano Kau para ver las estrellas y a descansar.

Día completito, incluyendo que nos han tocado para nosotros solos, en una tienda de música, varias canciones con un ukelele. Casi nos compramos uno, pero nos daba pena que se pudiera romper durante el resto del viaje.

Mañana último día entero aquí… No nos hemos ido y ya queremos volver de nuevo.

¡Hasta pronto!

Viaje a Chile y Peru
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