Chile y Perú 2018 – Día 17

Una montaña de colores, un valle de sensaciones.

¡Hola a todos!

Vinicunca, montaña de los siete colores o montaña arcoíris. Posiblemente la hayas visto en Internet más de una vez y te haya sorprendido. Se trata de una cumbre que cuenta con franjas de colores diferentes debido a la coloración y oxidación de los minerales que alberga su suelo.

A nosotros también nos llamaba la atención. Tanto que no podíamos dejar pasar la oportunidad de intentar llegar a ella sabiendo que íbamos a viajar a Perú.

El camino no es fácil. Caminar a más de 5000 metros sobre el nivel del mar es un reto. Y como tal teníamos que afrontarlo. Poco a poco, con cabeza y disfrutando de los pasos que íbamos dando.

Una furgoneta, en la que ya estaban montados Amanda y Dawid, nos recogió a las 4:30 de la madrugada en el hotel. Nos iban a llevar al principio del camino. Aún no nos acostumbramos a esto de madrugar, jajaja, por lo que nos dormimos un poquito en el trayecto.

Una parada a mitad de camino para coger fuerzas y continuamos la ruta en furgoneta. La última media hora fue por un camino de tierra, pasando entre pequeñas casitas de la gente local, cruzando un río por un puente de madera, saludando a las decenas de llamas y alpacas que nos observaban con atención, viendo el principio Del Valle que íbamos a subir…

Bajamos de la furgoneta y ahora sí, comienza la caminata. Crema solar, gafas de sol y bien tapados para evitar la fuerza del sol. Gorro, guantes y algo para el cuello es casi imprescindible.

Unos cientos de metros desde el punto de salida, giramos una curva y allí estaba. Al fondo de un fantástico valle, se encontraba nuestro destino: la montaña de colores.

Pronto nos dimos cuenta que Vinicunca no era lo único que teníamos que admirar. Las escarpadas cumbres del lateral izquierdo nos ofrecían un color blanco radiante por la nieve que contenía. Las redondeadas colinas del lado derecho ya nos mostraban una variedad de colores que no esperábamos encontramos. Por su parte, el río transcurría por el centro dejando a su paso lagunas, alpacas y llanuras para completar un paisaje de película. Por un momento parecía que íbamos a ver a Frodo, Legolas, Gandalf y compañía.

Con una naturaleza como la que teníamos delante, paramos bastantes veces. Así con la excusa de hacer fotos, descansábamos unos minutos. Sí, se nota. No es ningún mito. A esa altura se nota que si se hace un esfuerzo, te cansas enseguida. Pero tras unos segundos de parada, el cuerpo estaba completamente recuperado.

Lo importante no era llegar lo antes posible, lo importante era conseguirlo. Disfrutar y conseguirlo. Poder alcanzar la meta y sonreír.

¡Y lo conseguimos! La sensación de conseguir algo así es difícil de explicar. Un cúmulo de sensaciones afloraban. Había sido un gran esfuerzo pero estar ahí era una gran recompensa. Girar la cabeza a ambos lados y decir ¡qué pasada!

Situados en la cuerda de la montaña de enfrente, se veían claramente todas las tonalidades de Vinacunca. Sin filtros de colores, en su máximo esplendor. Y no sólo eso, también podíamos contemplar los dos valles de los que forma parte.

Pensábamos que los colores que se veían en las fotos estaban bastante retocados. Pero sinceramente, no le hace falta. Es realmente increíble.

Como no es recomendable estar mucho tiempo arriba, tras unos 40 minutos empezamos el descenso. Una bajada que hicimos con una gran sonrisa en la cara por lo que habíamos superado. Con una sonrisa y mucho más descansados, es mucho más fácil bajar que subir.

De bajada, hemos podido disfrutar un poco más de las subidas y bajadas que hacen los locales a caballo. A veces con turistas, a veces ellos solos junto al caballo corriendo. Entre los detalles, hemos visto un «cuarto de baño» de lo más curioso, cuatro palos y una tela en el baño más alto que hemos visto nunca.

Ya de vuelta a Cusco, tras una ducha bien merecida, hemos dado una última vuelta para despedirnos de esta gran ciudad que ofrece al visitante múltiples opciones para llevarte grandes recuerdos y emociones.

Ojalá hayamos podido transmitirte lo que vivimos ayer. Pero hoy, más que nunca, quizás una imagen vale más que mil palabras. Ojalá las fotos de hoy sirvan para intentar conseguir que también hayas estado allí.

¡Hasta pronto!

Viaje a Chile y Peru
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