Chile y Perú 2018 – Día 15

Machu Picchu, segunda parte.

¡Hola a todos!

El día ha empezado igual que ayer, con una excepción, que en la cola del bus nos hemos juntado con Amanda y Dawid. Primeras fotos y risas del día y ya estamos en Machu Picchu.

Hoy teníamos entrada para subir a “La montaña de Machu Picchu”, que es una montaña justo detrás de Machu Picchu en la que hay que salvar un desnivel de más de seiscientos metros. Nosotros la hemos bautizado como “la montaña de los 20 minutos”, porque preguntaras a quien preguntaras, siempre quedaban veinte minutos para hacer cumbre. Al final ha sido una subida de casi 3 horas.

La subida de hoy ha sido más dura que la de ayer, ya que los escalones de piedra son muy altos en algunos tramos. Eso sí, a pesar de lo costoso, llegando a parar en algunos tramos cada veinte escalones, nos lo hemos pasado genial, ya que hemos visto colibríes, hablado del Everest, cantado el Rey León, investigado entre el bambú o visto como los gemelos de Carolina tenían vida propia… pero sobretodo, hemos alucinado con las vistas de la ciudadela y la naturaleza cada vez que parábamos a descansar.

El clima ha acompañado, sin casi nubes, soplando un aire suave y fresquito que nos venía genial para esta subida.

Y ya arriba, ¡Estábamos 300 metros por encima de Waynapicchu! No sabemos a qué inca se le ocurrió llegar hasta este punto, pero que tuvo una gran idea, es indiscutible.

Se veía Machu Picchu, Waynapicchu, el río Urubamba, toda la cordillera incluyendo algunos picos con nubes, las vías del tren con sus puentes… y todo rodeado de verde, verde y más verde.

Durante la bajada hemos coincidido con Isis e Iris, dos puertorriqueñas alegres y tremendamente simpáticas con fantásticas ideas, que estaban celebrando en Machu Picchu el cumpleaños de Isis ¡Las camisetas que llevaban eran geniales! Y como no podía ser de otra forma, cuando alguien celebra su cumpleaños… le hemos cantado cumpleaños feliz en español y en polaco! Muchas felicidades de nuevo Isis, que continúes cumpliendo sueños ? Nos vemos en España y/o Puerto Rico.

Tras culminar la bajada con éxito, hemos continuado el recorrido por Machu Picchu. Viendo de nuevo las estampas que ofrece, acercándose las llamas a nosotros, escuchando más información sobre este maravilloso lugar, tostándonos al Sol y tratando de retener en nuestra mente el mayor número posible de imágenes de este mágico lugar.

Llegado el momento, nos hemos despedido de Amanda y Dawid, ya que en un ratito teníamos que coger el tren para volver a Cusco. Ellos se han quedado un ratito más.

¡Hasta la próxima Machu Picchu! Cuídate y que te cuiden. No dejes de sorprender nunca a la gente.

Ya en el pueblo, hemos ido a comer. En esta ocasión, aunque son súper majas, teníamos que probar su carne… hoy ha tocado comer alpaca a la brasa. Muy rica la alpaca. El corte es finito y su sabor no es nada fuerte, es muy agradable. La textura es como de ternera, pero el sabor es diferente a otras carnes que hemos probado. A Carolina le ha recordado como si fuera el sabor del cordero pero más suave.

Ahora sí, pasamos por el hotel y rumbo a la estación de tren, a la cual nos ha acompañado Álex. Nos hemos despedido también hasta la próxima.

Nos encanta viajar en tren porque se puede descansar y disfrutar del trayecto, pero si a eso le añades un vagón especial sin ventanas para que puedas sentir aún más la naturaleza y asomarte un poquito, el resultado es inigualable.

El tren finaliza su recorrido en Poroy, a las afueras de Cusco. Y allí nos esperaba Luis, el mismo taxista que nos recogió en el aeropuerto. Antes de llegar al hotel nos ha llevado al Cristo Blanco, una figura como la que hay que Río de Janeiro, que se encuentra en lo más alto de una de las colinas de Cusco.

Era ya de noche, y se podía ver perfectamente toda la silueta de la ciudad, sus plazas, iglesias y hasta la feria que hay montada en una de las zonas.

Un detalle que nos ha encantado ha sido poder ver a la Luna. Pero antes, imagínate cómo es la luna creciente que estás acostumbrando a ver. Vale. Más o menos con forma de D. Pues aquí no. Aquí la hemos visto como si fuera una bonita sonrisa, y ese gesto nos ha sacado también a nosotros una sonrisa.

Tras un día largo, pero que repetiríamos, llegamos al hotel. A dormir directamente y a empezar a creernos que no ha sido un sueño, que Machu Picchu es real y una maravilla que hemos podido conocer.

¡Hasta pronto!

Viaje a Chile y Peru
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